miércoles, 14 de octubre de 2009

Eterno Luchador (Poesía)



Dulce sonrisa florece en su claro rostro,
junto a zarzas de espinas en su entresijo,
con malvados frutos maduros, rozando designios,
y temor por injerto de estos en sus ancestros.

Alma luchadora con pica y mirada feroz,
mandoble con hambre de tiempo eterno
sin más que un sueño libre y atroz.
Cabalgando a caballo errante escapando del infierno.

Cuerpo destrozado y castigado por dura pugna
duradera, armadura oxidada por sollozos
ahogados en el silencio, arrojos repugna
en soledad, y lamenta los amargos alborozos.

Lágrimas fuertes con puños dolidos,
brotan del caballero de mente hidalgo,
sonrisa y felicidad externa,
para no acabar con un Romance amargo.
gbc

lunes, 12 de octubre de 2009

El Tren Grotesco (Prosa)



Habíamos pasado tres paradas, y nadie que estuviera estacionado en una de ellas, decidió subirse. Seguramente porqué era un antiguo tren, y dejando de lado su estado externo, esta locomotora seguida de vagones tenía un aspecto grotesco pero yo acudí a el porqué una voz interna me llamó y me atrajo.
En este compartimento tenia una pizca especial, habían ancianos de pelo y barba blanca; con sombreros bajos y redondos; con capas y americanas ruines y viejas. Entre las burbujas de humo, provenientes de las pipas de dichos ancianos, vi una niña de pelo castaño, cejas finas y ojos de color miel. Vestía una blusa azulada, digna de la misma musa admirada, y con una falda blanca floreada.
Sus sentidos estaban atentos a una libreta, y su mano sujetaba una mística pluma canela. Esta escupía tinta negra encima de un bloc de lomo amarillento, cubierta celeste y un cordel anaranjado. Su mano bailaba al son del traqueteo del vagón, y media cara quedaba iluminada por los rayos matinales soleados.
Su rostro se quedaba atisbando el horizonte, en busca del verso perfecto. Su faz reflejaba la felicidad hallada en el papel.
Entonces me levante para bajar de tren, los sabios ancianos se me quedaron mirando, pero yo solo atendía la mirada a la muchacha de falda floreada. Ella me miró y se estableció como un hilo ocular, que me llenó más que si hubiésemos hecho un cruce de palabras.Pisé suelo estable, me giré y su figura desapareció, con la estela del humo y el olor a carbón quemado.


gbc