El hálito en mi ventana
acariciada por el vaivén de lóbulos,
en noches de lobos. El frío que sana
mis astillados dedos borboteando glóbulos
pintados de palabras.
Ayer, los martillos golpeaban las cuerdas,
curdas y absurdas de nuestro piano,
mientras tú te retozabas en vano.
Quien pudiera volver ayer... ¿te acuerdas?
Hoy, aún anhelo el velo blanco, viejo
y deseado, cuando el parqué se desnuda.
A falta de tus suaves movimientos, un añejo
libro me regala fervor, suavizando mi alma muda.
gbc
¿Pero que maravilla es esta? Un poeta, un antiguo alumno, un amigo. Me alegra encontrarte de vez en cuando, ya sea jugando a baloncesto, ya sea a través de tus maravillosos escritos. Estoy bien. Un abrazo. Francisco.
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