domingo, 18 de julio de 2010
En la Mancha (Prosa)
Allí estaba él, sentado en un peñón con su oxidada armadura y con una bellota que jugueteaba entre sus arrugados dedos. Entre suspiros de armonía, y con el sol de la Mancha como testigo, miraba con ternura esas grandes llanuras de tierra seca y áridos caminos.
En algunos montículos habitaban algunas monótonas casas y, entre ellas, algunos molinos rompían con dicha monotonía.
Aferrado a su lanza, dejó ir un último suspiro, brotó una leve sonrisa de su boca y lamió los campos con su mirada. Esa era su tierra, esos molinos su familia… ya estaba en casa.
gbc
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