Dedicado a Anna Monja
Angélico polvo en mi camino sin estorbo
en mis trece prematuros años. Mis dañados
sueños sanaron gracias a los sorbos
de sus ojos. Graciosos, por su color bronce,
No como los míos, tristes, color ocre.
Protegido por sus oscuros cabellos,
bellos enredos en mis primeros dotes.
Escribiéndole a la luna y a sus destellos…
Nunca olvidaré mis primeros pasos,
de la mano con mi ángel delicado
caminando, aconsejando sobre mis escasos
amores, con sonrisas y patines en mano.
Ahora, orgulloso estoy de sus hazañas
solitarias, protegiéndola de lobos y ogros.
Hablándole de príncipes, sapos y del mañana.
Amándola por su alma, más que por sus logros.
gbc
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