Ayer, soñando que sonaba, soñé un anhelo. Soñé un encuentro con tu cuerpo; un encuentro con tus manos y con tu mirada complaciente. Soñé que tus caricias calmaban el ardor latente de la eterna melancolía y yo, negado a perderte en el olvido, me dejé poseer por el deseo de palparte y, en mi propio deseo, reprochaste mi mirada, mis manos, mi cuerpo.
Ayer, soñando que soñaba, soñé una realidad; soñé una eterna melancolía; soñé que dormía con los ojos bien abiertos, aunque fuese de día.
Ayer, soñando que soñaba, soñé una realidad; soñé una eterna melancolía; soñé que dormía con los ojos bien abiertos, aunque fuese de día.
gbc
Fotografía de autor desconocido