domingo, 27 de octubre de 2013

Retos (Prosa)




     Día doce de setiembre. Son las 8 de la mañana y debo preparar el material para mi primera clase. Como en cada inicio de curso, me veo sumergido en un mar de dudas: ¿Cómo serán los alumnos este año? ¿Serán estudiosos, aplicados y fieras encuriosidas por el aprendizaje? ¿O, más bien, serán cuerpos embriagados de pereza?
Horarios, lista de alumnos, fichas de contenidos y evaluación, algunos libros con citas subrayadas, una pequeña prueba de nivel… Lo tengo todo preparado. Falta aún tres cuartos de hora para la primera clase. Me relajo y pienso en mis profesores de instituto, en mis amigos de clase, en mis vandálicos compañeros dispuestos a sabotear cualquier asignatura, en los directores que tuve, en mis primeros amores...
                Es la hora. Me acerco a la clase y entro sin detenerme, zambulléndome en una burbuja de hormonas. Dejo mis cosas en la mesa. Espero su silencio y paso lista. Empieza mi explicación.
Me presento y les digo en qué consistirá nuestra asignatura. Intento demostrarles con palabras que la literatura es algo más que un puñado de papeles impresos, que no solo son locos suicidas que impregnan parte de su vida en poesías o novelas. Cito palabras de autores celebres; hablo de escritores contemporáneos y sus método para subsistir en un mundo capitalista; les hablo de formas de inspiración, de bebidas y alcohol; de soportes de escritura; de movimientos literarios… Nada, sólo un par de alumnos con los ojos abiertos como platos siguen mis palabras como un niño sigue los bruscos movimientos de un pez en su pecera. Noto como les arde el alma y su entusiasmo. Me encanta
En cambio para el resto de la clase mi fervor es insuficiente para despertar sus mentes adormecidas. Instantáneamente cambio de métodos, hago bromas sin parar, les pregunto que opinan de lo que hablo y les hago ver algún video interesante para dejarlos respirar. Nunca me han enseñado clase así, pero parece que funciona más que el sistema clásico de impartir la lección.   
Recojo las pruebas de nivel que les he hecho hacer y cruzo el aula. Cierro la puerta detrás de mí y dejo ir un aliviado suspiro: este curso será difícil.


gbc



Pintura de Teagan White, Back to School

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